Estrés y empeoramiento de la calidad de vida, dos consecuencias directas de las listas de espera

Las largas listas de espera también afectan al sistema de salud ya que los pacientes pueden necesitar atención adicional en el futuro a causa de la progresión de su enfermedad

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En España, las listas de espera son un problema persistente en el sistema de salud público. Aunque ha habido mejoras en los últimos años, todavía hay muchos pacientes que tienen que esperar para recibir tratamiento médico. De hecho, según una encuesta de Sony Healthcare Europe, las listas pueden tardar en normalizarse en Europa alrededor de seis años tras la pandemia del coronavirus. En líneas generales, los expertos entrevistados estiman que en España se tardarán 2,96 años en acabar con esa acumulación de pacientes. Aunque es cierto que la cifra disminuye ligeramente desde 2021, cuando se hablaba de 3,15 años.

Las listas de espera nacionales varían según la región y la especialidad médica. Los datos aportados por el Ministerio de Sanidad apuntan que en diciembre de 2022 la espera media para una intervención quirúrgica no urgente en el sistema público fue de 120 días, y respecto a las consultas externas, la demora alcanzaba los 95 días. Un tiempo que puede resultar excesivo cuando una persona no se encuentra bien.

Por ello, el impacto de las listas de espera puede tener consecuencias negativas en la salud de los pacientes. La espera prolongada para recibir tratamiento o atención médica puede llevar a un agravamiento de la enfermedad, a un empeoramiento de la calidad de vida, generar ansiedad y estrés emocional.

Menor calidad de vida

La lista de espera se define como el tiempo que transcurre entre la consulta inicial y el tratamiento efectivo. Dependiendo de la naturaleza de la afección médica, la lista de espera puede variar desde unas pocas semanas hasta varios meses y durante este tiempo, el paciente puede experimentar una variedad de síntomas que afectan su calidad de vida.

Un factor importante de los efectos negativos de las listas de espera es el agravamiento de la enfermedad. Cuando un paciente es diagnosticado con una enfermedad, es importante comenzar el tratamiento lo antes posible ya que si tiene que esperar para recibir tratamiento, la dolencia puede empeorar y progresar. Esto puede llevar a una mayor complejidad del tratamiento, una recuperación más lenta y un aumento del riesgo de complicaciones.

La espera prolongada también puede afectar negativamente en la calidad de vida, ya que dependiendo de la afección, el paciente puede experimentar dolor, incomodidad y limitaciones físicas. Estos síntomas pueden interferir con las actividades diarias y mermar la capacidad del paciente para trabajar o cuidar a su familia. E, inevitablemente, la espera prolongada también puede pasar factura en la salud mental, generando ansiedad y estrés emocional. Es muy común que el paciente pueda sentirse atrapado en una situación fuera de su control y no pueda evitar preocuparse por su salud y su futuro.

Impacto negativo en el sistema público de salud

Además de los efectos físicos y emocionales, las largas listas de espera también pueden tener un impacto en la relación entre el paciente y su médico; si el paciente tiene que esperar para recibir tratamiento, puede sentirse frustrado y enojado con su médico o el sistema de salud en general, a la vez que el personal sanitario también se siente sobrecargado y agotado física y mentalmente. De hecho, según los datos registrados en 2022 por el Consejo General de Médicos (Cgcom), el año pasado se batió el récord histórico de agresiones a la profesión médica, con 843 acciones violentas comunicadas a los colegios de médicos, lo que supone un 38% más que el año anterior.

Además, las listas de espera también pueden ser perjudiciales para el sistema de salud en general ya que los pacientes que esperan para recibir tratamiento pueden necesitar atención adicional en el futuro a causa de la progresión de su enfermedad. Lo que se traduce en un aumento de los costos de atención médica y una mayor carga para los sistemas de salud.

Para abordar estos efectos negativos, se están implementando diversas medidas en los sistemas de salud, como límites de tiempo para la lista de espera. La Comunidad de Madrid, por ejemplo, puso en marcha un plan integral para el periodo 2022-2024 para situar en un tiempo inferior a 45 días de demora media las esperas para cirugías, consultas externas y pruebas diagnósticas.

La tecnología y herramientas para mejorar la eficiencia y la capacidad de los proveedores de atención médica para atender a más pacientes, son también otras soluciones que se han llevado a cabo para intentar disminuir tanto los tiempos como el número de pacientes. Asimismo, la educación del paciente sobre cómo cuidar su salud mientras espera puede ayudar a mejorar su calidad de vida y reducir la progresión de la enfermedad.